Pulgas, garrapatas, mosquitos... el peligro de los parásitos en tu mascota
Existen más de 2.000 especies de pulgas distribuidas por todo el mundo, pero sólo unas pocas infestan a perros y gatos: Ctenocephalides felis (la pulga de gato), Ctenocephalides canis (la pulga de perro), Pulex irritants (la pulga de los humanos) ... La pulga que infesta con mayor frecuencia tanto a perros como gatos es Ctenocephalides felis.
La pulga completa su ciclo vital pasando por varias fases:
En temporada alta, el ciclo tarda entre 2 y 4 semanas en completarse y puede prolongarse hasta los 140 días, dependiendo de la temperatura y la humedad. Una vez instalada sobre el perro o el gato, la pulga adulta toma su primera comida de sangre en unos minutos, tras lo cual se aparea. La puesta de huevos se produce sobre el animal de compañía a partir de las 24 horas. Por término medio, una pulga hembra pondrá 27 huevos cada día durante 50 días (1,350 huevos). Cerca del 40% de los huevos se transformará en un adulto. Esta enorme prolificidad debe tenerse en cuenta, ya que por cada 5 pulgas adultas que vemos sobre el perro hay 95 desarrollándose en el entorno. Por eso, en algunos casos, puede ser necesario tratar el entorno además del animal.
Se trata de una irritación cutánea y prurito moderado que puede afectar a animales y humanos.
En animales hipersensibles a la saliva de la pulga, la picadura puede causar una reacción alérgica con mucho picor. El picor es tan intenso que los animales se lesionan al rascarse. Esta afección dermatológica se llama dermatitis alérgica por picadura de pulgas (DAPP).
Las pulgas del gato son el hospedador intermedio de una tenia intestinal común en perros y gatos, Dipylidium caninum. Los perros y los gatos pueden ingerir pulgas infestadas al lamerse, tras lo cual los parásitos se liberan en su intestino. Esta tenia puede infectar a humanos, especialmente a los niños que juegan con animales de compañía tras haber ingerido accidentalmente pulgas infestadas.
Las picaduras de pulga pueden propagar organismos patógenos entre gatos. Alguno de estos microorganismos puede poner en peligro la salud de los humanos y animales. Como ejemplo de enfermedades causadas por picaduras está la bartonelosis (“enfermedad del arañazo del gato”) que causa inflamación de los ganglios linfáticos en humanos) y la hemoplasmosis (antes llamada hemobartonelosis) que puede causar una anemia grave en gatos.
Las garrapatas son parásitos chupadores de sangre distribuidos casi por todo el mundo.
Todas las fases activas del ciclo vital de las garrapatas requieren sangre como fuente de nutrientes y, en el caso de las adultas, la necesitan para reproducirse. El ciclo vital de las garrapatas incluye 4 fases: el huevo y 3 fases activas: larva, ninfa y adulta.
En condiciones normales, las consecuencias directas de una picadura de garrapata no son graves. Pero en caso de una infestación intensa, puede haber anemia. A menudo aparece una reacción inflamatoria alrededor del punto de alimentación. También pueden observarse complicaciones tras una eliminación incompleta de garrapatas, como granulomas o abscesos.
Pero el verdadero peligro de las garrapatas proviene de su papel como transmisores de enfermedades, algunas graves, como la babesiosis canina o la hepatozoonosis canina. Otras enfermedades pueden transmitirse al humano como ehrlichiosis, enfermedad de Lyme o fiebre de las montañas rocosas.
Existen varias enfermedades que se pueden transmitir por diversos mosquitos que pican a nuestras mascotas. Las dos enfermedades más comunes son: Filariosis y Leishmaniasis.
La Filariosis llamada también gusano del corazón, es una enfermedad cardiopulmonar que puede ser mortal para el perro y gato.
Las larvas del parásito o microfilarias se hallan en la sangre. Cuando un mosquito pica a un perro o gato infectado, ingiere su sangre y, al mismo tiempo, las larvas presentes en el animal. Cuando ese mosquito pica a otro animal, deposita las larvas en su piel.
Una vez en el animal, las larvas se difunden por el torrente circulatorio. A través de las arterias pulmonares, afectan al pulmón y llegan al corazón. Allí se desarrollan hasta convertirse en parásitos adultos, que pueden llegar a medir varios centímetros de largo. Los gusanos también pueden dañar el hígado y el riñón.
La leishmaniosis es una enfermedad considerada como zoonosis, donde pequeños mamíferos silvestres y cánidos domésticos son reservorios importantes. Y se trasmite por el piquete de un mosquito previamente infectado con el parásito.
Los signos son muy diversos, pero los que son habituales son: caída de pelo alrededor de los ojos, pérdida de peso, ulceras en la piel, crecimiento anormal de las uñas.
Los órganos internos también pueden quedar afectados y, en algunos casos, causa anemia, artritis y una enfermedad renal grave.
La leishmaniosis es una enfermedad crónica que causa un gran sufrimiento a los perros y a sus dueños. Si el animal llega a sobrevivir, deberá ser controlado durante toda su vida.
Es importante considerar productos que tengan efecto repelente contra mosquitos para evitar que piquen y transmitan las enfermedades.
La administración de antiparasitarios internos de forma mensual con productos contra la filaria, es una manera de disminuir el riesgo de adquirir gusano del corazón.
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