Las enfermedades infecciosas han cambiado en los últimos años, de ser enfermedades individuales a la conformación de síndromes y complejos en donde es frecuente encontrar la asociación de 2 o más microorganismos que cambian radicalmente los signos y síntomas que una infección individual mostraría. Las infecciones respiratorias y digestivas no son la excepción ya que tenemos el Complejo Respiratorio Porcino (CRP) como una constante en muchas de las granjas del mundo, sucede lo mismo para infecciones digestivas, en donde cada día con más frecuencia encontramos patologías asociadas que son difíciles de combatir, como son la combinación de infecciones causadas por virus como el de la Diarrea Epidémica Porcina (DEP), El virus de Circovirus Porcino (PCV2) en su forma digestiva, rotavirus, etc., y que con frecuencia se asocian y permiten la proliferación de bacterias oportunistas como Escherichia coli, Salmonella spp, Clostridium spp, Brachyspira spp, Lawsonia intracellularis, etc. Estas combinaciones generan signos y síntomas diferentes a los que comúnmente se observarían si solo estuviera un agente etiológico, (Dimitrova et al 2011).
La importancia económica de los síndromes o complejos infecciosos es alta, ya que los animales enfermos no ganan peso y se incrementa la conversión alimenticia, disminuye la eficiencia productiva, por lo que es más costoso producir con lechones o cerdos enfermos y se pierde rentabilidad.
Esto hace necesario comprender que debemos incluir un manejo integral para el control y en lo posible la erradicación de algunas de estas patologías de la granja.
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